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Nombre: pedsarod
Ubicación: santo domingo, Dominican Republic

5.6.07

Libros dominicanos en el extranjero: Librería Calíope cumple 10 años

César González
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Nueva York.- Los escritores dominicanos tienen un espacio en el Alto Manhattan, en la ciudad de Nueva York. Un lugar donde se puede encontrar cualquier obra literaria nacional. Se trata de Librería Calíope, zona de encuentro de literatos y amantes de la literatura criolla.

Cesar González, su propietario y fundador, hace treinta y cinco años vio la posibilidad de establecer una librería en esa urbe para promover a los escritores dominicanos, sueño que concretizó en septiembre del 1997.

Esta librería, Calíope, nombre que según la mitología griega responde a la musa de la poesía épica y la elocuencia, cuenta con una clientela básicamente dominicana, y también atrae un público hispanoamericano y europeo.

Allí concurren dominicanos, cubanos, puertorriqueños, suramericanos, centroamericanos, y ahora muchos mexicanos, según señala González.


Actualización

Aunque no recibe ninguna facilidad para traer sus productos desde Santo Domingo, se mantiene muy al día. Para actualizarse sostiene contacto en República Dominicana con algunas editoriales y con las librerías Cuesta y La Trinitaria, y se mantiene informado sobre las novedades, pero, fundamentalmente, adquiere los títulos que la gente requiere.

Pero no es tan fácil como pareciera, ya que hay libros que sólo los pide para satisfacer solicitudes específicas de algunos lectores.

Los precios

Gónzalez recibe sus envíos por avión y aunque la entrega es rápida, está buscando otra vía, porque los precios que pone a los libros son en función de la inversión total, la cual incluye lo que le paga a la persona que recoge, prepara y envía los libros desde Santo Domingo, y el flete por avión, que viene a ser casi de un 25% del costo de los libros, es bastante desproporcionado según señala González.

Asegura que hay libros que salen al mercado con un alto precio, que no aguantan el por ciento que regularmente ganan las librerías -que es de un 30 a un 35- por lo que hay que tener una política especial.

Hay libros que no se les gana nada, y sin embargo los manda a buscar porque los necesita para satisfacer un pedido. En esos casos, el envío corre por una agencia. Una caja de esos libros cuesta unos ciento cincuenta o ciento sesenta dólares y sale a unos cinco o seis dólares por libra de libros. Una obra importada por ese método, simplemente tiene una ganancia ínfima.

César González explica que en los Estados Unidos la mayoría de los libros tienen a lo que el llama el "precio sugerido" por la editorial, entonces "yo trato de toda la forma posible de no subir ese precio".


Las librerías

El librero también nos habla sobre el cierre de las librerías en República Dominicana, pero advierte que este es un fenómeno mundial.

Manifiesta que "aquí, la mayoría de las librerías independientes han desaparecido, es decir que no es un fenómeno que se da en Santo Domingo".

Asegura que las empresas que hacen negocio por Internet acaparan el mayor porcentaje de lectores. Sin embargo, expresa que en este mundo de la Internet, la gente tiene un espacio aparte para el libro, "para tenerlo físicamente en sus manos y leerlo y acariciarlo y darle cariño y calor"; él mismo confiesa que lee bastante en el Internet, pero que la experiencia no es la misma, "el libro de papel no llegará a la tumba, el Internet no podrá nunca sustituirlo".

Asegura que en su caso particular sus ventas se mantienen, y se siente optimista sobre su futuro. Pero confiesa que ha tenido una serie de problemas económicos, a pesar de lo cual "estamos donde estamos, entonces yo espero que una vez que solventemos esa problemática, el futuro se irá tornando más brillante y más promisorio".

Sostiene que el libro dominicano en Nueva York no tiene competencia, y el lector dominicano tiene ansias de mantener vínculos con su país y tiene la ventaja de que "se puede dar el lujo" de comprar uno o dos libros con mucha frecuencia, además hay gente que ya se ha integrado a la economía de ese país y tiene su fuente de ingreso asegurada y "se puede dar el lujo", repite, de comprar sus libros.

El éxito de este librero de nacionalidad dominicana, se debe a que dedica muchas horas a su librería para poder mantenerla, y esta se ha convertido en parte de su vida. El libro más vendido en Calíope es "La fiesta del chivo". Aunque González asegura que el primer renglón de venta está en los libros de literatura light: "Han sido muchos los meses de renta que han sido cubiertos gracias a la venta de libros llamados de autosuperación".

Los autores dominicanos que más se buscan en el local de la 170 de Dyckman Street, son Julia Alvarez, Marcio Veloz Maggiolo, Lipe Collado, Pedro Antonio Valdez, Bernardo Vega, Hamlet Hermann, Ángela Hernández, y los clásicos: "El Masacre se pasa a pie", de Freddy Prestol Castillo, y "Mis 500 locos", del siquiátra Antonio Zaglul.

Calíope también es un punto de encuentro de escritores y artistas. Allí se llevan a cabo actividades literarias y culturales todas las semanas. Los jueves son dedicados a las tertulias, donde se hacen conferencias, debates, conciertos, publicaciones de libros, presentaciones de obras teatrales, entre otros eventos.
Hay que destacar que en esta ciudad también funciona la librería Continental que también distribuye producciones dominicanas, pero que tiene mayor especialidad en libros esotéricos.


Los más vendidos

El libro más vendido en Calíope es "La fiesta del chivo". Aunque González asegura que el primer renglón de venta está en los libros de literatura light: "Han sido muchos los meses de renta que han sido cubiertos gracias a la venta de libros llamados de autosuperación". Los autores dominicanos que más se buscan en el local de la 170 de Dyckman Street, son Julia Alvarez, Marcio Veloz Maggiolo, Lipe Collado, Pedro Antonio Valdez, Bernardo Vega, Hamlet Hermann, Ángela Hernández, y los clásicos: "El Masacre se pasa a pie", de Freddy Prestol Castillo, y "Mis 500 locos", del siquiátra Antonio Zaglul. Calíope también es un punto de encuentro de escritores y artistas.

Allí se llevan a cabo actividades literarias y culturales todas las semanas. Los jueves son dedicados a las tertulias, donde se hacen conferencias, debates, conciertos, publicaciones de libros, presentaciones de obras teatrales, entre otros eventos. Hay que destacar que en esta ciudad también funciona la librería Continental que también distribuye producciones dominicanas, pero que tiene mayor especialidad en libros esotéricos.

LIBRERIA CALIOPE 170 Dyckman Street New York , NY 10040 T) 212.567.5359

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25º ANIVERSARIO MUERTE DE LA ACTRIZ ROMY SCHNEIDER

Romy Schnaider


Aplausos para Romy Schneider
Fernando López / La Nación, Buenos Aires
Tenía que ser en Cannes, el festival que tantas veces se deslumbró ante su presencia luminosa, en vivo o en la pantalla. Y tenía que ser Alain Delon, por obvias razones profesionales y sentimentales.
Al eterno galán, de regreso en la Costa Azul después de muchos años, le tocaba entregar el premio a la mejor actriz. Cuando llegó el momento ("Yo no suelo hacer las cosas como todo el mundo", se disculpó), decidió salirse del libreto para dirigirse directamente a los presentes en la gala de clausura: "¿Me atreveré a pedirles 25 segundos de aplauso para una mujer excepcional que nos dejó hace exactamente 25 años?"
Estaba hablando, claro, de Romy Schneider, trágicamente fallecida el 29 de mayo de 1982, a causa de una sobredosis de psicofármacos -como se rumoreó en su momento-, o "del agotamiento de su cuerpo y de su alma", como interpretó Paris-Match . El aplauso duró mucho más: no se ha apagado el recuerdo de la actriz austríaca de nacimiento y francesa de corazón: el espacio que dejó vacante en el cine europeo sigue sin ser ocupado.
Ya se sabe que no todos los días nace una estrella, porque para alcanzar esa condición no basta con la belleza: también hace falta personalidad, y a Romy le sobraba de las dos. Si a esos rasgos se les suman una popularidad que nunca decayó, una historia hecha de triunfos artísticos y tormentos personales y las circunstancias de su temprana muerte, se comprende que haya sido elevada a la categoría de leyenda. Por tanto, irreemplazable.
Hija y nieta de artistas -su madre, Magda Schneider, popular estrella cinematográfica desde los treinta, la acompañó varias veces en el cine; su abuela, Rosa Retty, fue una gran actriz de teatro-, la chica nacida en Viena el 23 de septiembre de 1938 e inscripta como Rosemarie Magdalena Albach asumió temprano el legado artístico familiar: sus primeros éxitos fueron en el internado de Salzburgo donde estudiaba. Temprano también conoció la desdicha al producirse en 1945 el divorcio de sus padres.
Taciturna y retraída, ya soñaba con seguir los pasos de la madre. Con ella debutó en un film alemán, Lilas blancas , en 1953. Ni la belleza ni la naturalidad de la joven actriz pasaron inadvertidas; un par de títulos más la condujeron a su primer film de época: Los años jóvenes de una reina . Detrás de la cámara estaba Ernst Marishka, con quien rodaría la larga y decisiva serie de Sissi.
Pronto, la princesita adolescente de la pantalla, que había ganado notoriedad con el ingenuo y dulzón cuento de hadas supo que el cine le tenía reservados otros papeles menos ligeros, a veces próximos a la tragedia. De la mano de Luchino Visconti, sufrió en 1961 una brusca transformación: dejó los miriñaques, perfeccionó su francés, extrajo de su interior un vigoroso temperamento dramático y deslumbró, primero en el teatro, al lado de Alain Delon, con quien formaba entonces la pareja ideal de las revistas, en Lástima que sea una perdida ; después en cine, vestida por Chanel y luciendo una despreocupada elegancia aristocrática en "El trabajo", el mejor episodio de Boccaccio 70 .
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En seguida Alain Cavalier la quiso para Le combat dans l île y Orson Welles para El proceso , antes de cumplir compromisos con Hollywood, entre ellos una comedia escrita por Woody Allen ( ¿Qué pasa, Pussycat? ). Pero era el drama su territorio y Europa su ámbito, en especial Francia. Allí se reencontró con Delon (en La piscina , de Jacques Deray) y allí concretó otros trabajos memorables en Lo importante es amar (Andrei Zuklawski), Claro de mujer (Costa-Gavras), La muerte en directo (Bertrand Tavernier) o La banquera (Francis Girod).
Allí se encontró también con el cineasta que mejor supo desnudar su vulnerabilidad Claude Sautet en títulos rodados entre 1969 y 1978: Las cosas de la vida , El inspector Max, César y Rosalie, Mado, Una historia simple . "Tenía una vivacidad animal, capaz de cambios de expresión radicales, iba de la agresividad más dura a la dulzura más sutil -decía de ella Sautet-; era atormentada, pura, violenta, orgullosa y se entregaba a un personaje desde el primer ensayo." Romy Schneider dejó huella en el cine europeo de su época, pues dotó a sus personajes de una conmovedora humanidad, quizás impregnada por los dolores de una vida colmada de desgracias, la más amarga de las cuales -la absurda muerte de su hijo, atravesado por la reja del jardín de sus abuelos que había querido escalar-, la hundió en el desconsuelo y precipitó el final.
De la parábola artística recorrida por Romy Schneider queda un ejemplo rotundo: en 1972, volvió en Ludwig (Visconti) a ponerse en la piel de Isabel de Austria, no ya la blanca Sissi de sus comienzos, sino la emperatriz al mismo tiempo tierna y dura, frágil y veleidosa. Esa expresión altiva y burlona, como las de tantos otros de sus rostros, invariablemente bellos, son imposibles de olvidar.
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Fernando López/ La Nación, Buenos Aires.

http://www.lanacion.com.ar/entretenimientos/nota.asp?nota_id=912526

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