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Ubicación: santo domingo, Dominican Republic

22.3.06

Libro de Jeannette Miller en Alfaguara


Portada del libro de Jeannette Miller

SANTO DOMINGO.- Ella nos mira sonriente mientras, por la calle, buscamos perdidos su oficina. Y, cerrando su carro nos indica el lugar. Con gentileza, pero energía, nos invita a pasar.

Se desvanece al instante la idea que tengo acerca de que los escritores e intelectuales, son personas de carácter pasivo, de poca viveza o dinamismo. Mi “patrón” encuentra su excepción con Jeannette Miller. De inmediato comienza a fluir algo más que una entrevista de rutina, ya que Miller es un estallido de sabiduría en cada frase. Es indudable que cada una proviene justo de su corazón. No es coincidencia que haya convertido su péndola en arte y que conjuntamente se dedicara a la docencia.

Por sus venas corre la musa de los artistas. Es hija del fenecido escritor, autor de monólogos televisivos, articulista en periódicos, bohemio poeta y hasta cantante de tangos, Freddy Miller.

Así mismo es nieta de quien fue una cantante de ópera, Julieta Otero, personajes que hoy justifican esa pasión y vocación con la que sólo algunos nacen. Además, creció dentro de ambientes y situaciones que, como expresa: “me obligaron a escribir. Era para mí como un desahogo, una terapia”.

“Yo comencé a escribir cuando mi padre desapareció. El fue una víctima de la Era de Trujillo. Apenas con 41 años, el 5 de mayo de 1959, salió de la casa como todos los días, y no volvió. Yo tenía 14 años”, recuerda Miller.

Por motivo de esa desaparición, aparentemente inexplicable, se tejió una historia ficticia tiempo después, según Jeannette, en los 12 años de Balaguer, acerca de que Freddy Miller había sido secuestrado por los extraterrestres. Una forma de burlar su asesinato, “una treta política para desviar la atención” como ella afirma, pues su padre era un opositor declarado en contra de la tiranía, por lo que sobreentiende lo que en realidad motivó su muerte: una cruel censura. Fue ametrallado junto a su compañera de entonces, Julia, la tía de ésta y dos niños. Sus cadáveres nunca aparecieron.

Su muerte le afecta notablemente, pues la relación con su padre era de amigos, pese a que sólo estuvo con él para los últimos años de su vida en los que ella era apenas una adolescente. “Era una persona con la que me gustaba estar”, dice. “Un amigo con quien podía hablar. De él recibí lecciones precisas para la escritura y algunos criterios que me formaron para la vida: piedad, conmiseración, solidaridad, pero ante todo, “decir siempre la verdad, porque la mentira no es parte de nuestra memoria”. (Tomado de Freddy Miller: realidad y leyenda). “Fue mi primer maestro”. Con lucidez revive cuánto le gustaba cocinar y la preciosa voz que tenía. “Era un hombre sumamente humilde solidario y bueno”, finaliza.

Su novela“La vida es otra cosa”, es el título de la primera novela de Jeannette Miller, que en las próximas semanas saldrá al mercado con el sello de Alfaguara. Trata sobre la cotidianidad que se vive en el país. Su eje central es, como Miller lo llama, la impunidad. “Se titula así porque cuando uno es niño está loco por crecer, porque piensa que el futuro es color de rosas, que voy a lograr esto y voy a hacer aquello, pero viene el hacha de la realidad y te corta”, señala Miller. Por esta novela recibió una primera mención en el concurso Casa de Teatro del 2005, por un jurado integrado por Marcio Veloz Maggiolo, Leonardo Padura y Eduardo Sguiglia. En el veredicto de la obra se hizo constar que se le otorgaba ese galardón: “por su acertada conjugación de estructura y lenguaje en una obra que ofrece un abarcador y práctico panorama de la sociedad dominicana actual”.

Jeannette Miller: la escritoraAtesora una invaluable sabiduría que la sitúa entre las figuras más destacadas de la literatura dominicana. Es para el año 1972 que con su primer libro de poemas, “Fórmulas para combatir el miedo”, sube el primer peldaño de lo que será luego su vasta obra poética. Cada uno de sus escritos, ya sean poemas, obras narrativas o críticas de arte se encuentran salpicadas por cada una de la circunstancias que le ha tocado vivir en su entorno, su país, su mundo. Jeannette Miller es licenciada en Letras, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde luego impartió clases. Se inició a escribir sobre historia del arte en el periódico El Caribe, junto a María Ugarte, en los años 70. En el presente tiene en su haber importantes aportes culturales: ensayos interpretativos a partir del registro histórico, las artes plásticas dominicanas y el despliegue sobre el trabajo de la mujer en la literatura, intentando descubrir a muchas mujeres más que han estado presentes de forma anónima. Todos estos créditos se sumaron para que la Academia Dominicana de la Historia la distinguiera nombrándola parte de su membresía. “No me lo esperaba”, confiesa. Para ella lo importante es: “darle sentido a mi existencia a través del servicio a los demás”.

Con su trabajo busca también incidir en la realidad de su país. Estas son sus palabras: “Busco rescatar lo que ha sido la secuencia de hechos que te permiten crear una cadena de afinidades en lo que hasta ahora es la Historia del Arte Dominicano, o sea, en qué contexto histórico, social, político y económico se llevaron a cabo respuestas artísticas y quiénes fueron los más destacados. Busca además de alguna manera crear conciencia ante los méritos que se pierden, porque como expone: “la sociedad esta diseñada para lo externo, relevando la espiritualidad los verdaderos valores del ser humano, sus condiciones, su bondad, su ética, su moral. La gente se ríe de eso.

A su juicio la sociedad está en un ensimismamiento cotidiano que no le permite pensar, por lo que se convierte en consumidor indiscriminado que por lo único que se preocupa es por ganar dinero para adquirir cosas que la propaganda mete. A este hecho lo llama síndrome del zafacón sin fondo. El panorama actual intelectual lo define como una proyección de lo que es la situación social nuestra: Que hay muchos talentos pero poca formación. Personas con ideas excelentes, que sin embargo no manejan la terminología, la acentuación, elementos esenciales.

La formación es fundamental para quienes deseen incurrir en la escritura. “Si no manejan el instrumento que es la lengua, se mantendrán en intentos, en un primer chepazo. No van a evolucionar.

Fuente: Listín Diario, Ventana, Santo Domingo, R. D., 19.03.02

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