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16.4.07

El mítico Tom Waits en Buenos Aires


La clase magistral de Tom Waits
El cantautor estadounidense participa en el festival de cine independiente de Buenos Aires


RAQUEL GARZÓN - Buenos Aires - 10/04/2007
"Algunos dicen que las canciones son como los hijos. Nada que ver. Yo tengo hijos: créanme, las canciones son más sencillas", bromeó la noche del sábado, en el teatro Alvear de Buenos Aires, el músico Tom Waits (Pomona, California, 1949) ante 901 seguidores -entre ellos, el jefe de gobierno de la ciudad, Jorge Telerman- que copaban, festejando con aplausos cada ironía del autor de Bon machine (1982), las butacas rojas del lugar.

Vestido de negro del sombrero a los pies, en lo que se prometía como una clase magistral sobre cine y música y terminó en entrevista pública, Waits y su voz, profunda y áspera como las historias de solitarios, vagabundos y prostitutas que suele cantar, fueron las estrellas del 9° Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), 12 días de maratón cinéfilo que concluyen el próximo domingo y que aspiran a superar los 234.200 participantes de 2006.

"¿Esta cola es para ver a Tom Waits?", preguntaba en castellano de ocasión un sesentón turista estadounidense suelto en la calle Corrientes, ante la hilera de dos manzanas que hacía guardia frente a las puertas del teatro una hora antes del acto. "Gócenlo", aconsejaba, "yo nunca pude verlo en mi país: hace muy pocos tours".

Cuando el mítico cantante apareció sobre el escenario del Alvear, 40 minutos después de lo previsto, y saludó con un "hola", todavía quedaba gente aullando en la calle, que -peor es nada- pudo seguir sus palabras gracias a una pantalla gigante y disfrutar, sobre el final de la hora y veinte minutos que duró el encuentro, los dos temas que interpretó al piano: You can hold back spring, la canción que compuso para El tigre y la nieve, filme de Roberto Benigni, y el clásico Tom Traubert's blues.

Si no una clase, la de Waits fue sí una inspirada seguidilla de anécdotas que delinearon su largo amorío con el cine. Un entramado en el que se mezclan 25 papeles actorales ("no me considero un actor, pero me gusta actuar en películas") y la composición de bandas sonoras memorables como la de Corazonada (1982), de Francis Ford Coppola, a quien definió como "uno de los grandes de todos los tiempos".

¿Cómo llega uno a componer para cine?, le preguntaron los dos periodistas encargados de escoltar al hombre de la voz de trueno esa noche. "Por lo general, alguien llega sin dinero, con una película que tiene problemas y que quiere salvar con una canción", despachó Waits casi sin respirar. "Otras veces, en cambio, una canción puede iluminar un filme. En verdad, no sé bien cómo funciona", sostuvo, pero ejemplificó: "Creo que eso pasó, por ejemplo, con Innocent when you dream, la canción que compuse para Smoke (1994), el filme de Wayne Wang con guión de Paul Auster. "La verdad es que uno escribe las canciones cuando ellas quieren que las escribas. Vienen y te molestan cuando estás haciendo cualquier otra cosa.
A veces insisten hasta que dejas de hacerlo y te pones con ellas. Otras, desaparecen y la canción la escribe otro", sostuvo este inquieto patriarca de la libertad creativa que desde su primer álbum, Closing time (1973), le regaló a su voz melancólica estaciones de blues, rock, jazz, folk, baladas y música experimental.

Renglón aparte merecieron sus recuerdos como telonero de Frank Zappa en los setenta ("Frank me estaba usando como termómetro rectal para medir la temperatura de su público, absolutamente fanático"), su opinión sobre Johnny Cash ("después de que él graba una canción tuya tienes que encontrar otra razón para vivir") y su encuentro y trabajo con el escritor William Burroughs ("estaba fascinado por tres temas: armas de fuego, insectos y reptiles, en ese orden. Si llevabas la conversación por ahí, te parecía incluso que le caías bien. Pero no había que hacerse ilusiones: lo único que le gustaba en verdad eran las armas, los insectos y los reptiles").

Casi sobre el final, Waits imaginó un rostro sonoro para su propia eternidad: "Lo bueno de la música es que, tras la grabación, si uno muere, el disco sigue estando y la gente responde a esos tres minutos. Cosas que escuché y cambiaron mi vida pasaron en un estudio, digamos... hace 90 años. Grabar es tomar algo de uno y ponerlo en un lugar seguro".

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1 Comments:

Blogger Marc Càmara said...

Mañana lo veo yo en Barcelona... estoy ansioso por escucharlo. A ver si tengo suerte y también toca tom traubert's blues...

Suerte compañero! Y saludos des del otro lado del atlántico!

7:13 p. m.  

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